Lo conseguí. Mis hijos ya tienen pasaporte y DNI (bueno, el DNI aún tardará cinco semanas). La verdad es que no me lo puedo creer. Cuando me enteré que este mes de julio todas las comisarías están desbordadas con los pasaportes recurrí a mis contactos para ver si me colaban de alguna forma.
Sabía que había una comisaría en Barcelona donde a los periodistas nos podían hacer el pasaporte en un plisplás. La idea es buena. Si surge un conflicto, digamos, en Yemen, y hay que salir pitando, la policía nos hace el pasaporte en apenas unas horas y sin colas. De ahí, a presentarse con la familia entera a hacerse los pasaportes sólo va un mini paso.
Pero aunque intenté usar mi privilegio, me lo denegaron :-(
Sin enchufe
Ya sé que algunos pensaréis que me está bien, que por qué los periodistas deben tener ventajas, etc. Pero si vosotros estuvierais en mi lugar seguro que habríais intentado lo mismo.
Pero el intento de colarme me salió rana primero porque ahora las comisarías catalanas son de Mossos d'Esquadra y estos, además de no casarse con nadie, encima no hacen documentos nacionales de identidad. Y son las comisarías de la casi extinta Policía Nacional las que prácticamente se limitan ahora a hacer carnets y pasaportes.
Horario de verano
Además, los nacionales, los muy astutos, en julio hacen horario de verano. Las dos comisarías que el resto del año permiten en Barcelona hacer el pasaporte por la tarde, en verano no lo hacen. Y eso que julio es el mes en que más pasaportes se expiden, entre otras cosas porque es cuando más gente viaja. Pero parece que les da igual.
A lo mejor es que añoran aquello de volver a tener las comisarías repletas de gente, aunque no sea de delincuentes. O quizás es que quieren provocar, porque en Catalunya están perdiendo competencias y poder...
El caso es que tienes que presentarte a las 8 de la mañana en la comisaría, hacer cola en plena calle durante una hora y a las nueve en punto sale un agente que reparte números de tanda, como en el súper. Eso sí, no puedes doblar el cartoncito que te entregan (así les cunden más).
Comienza la cuenta atrás
El policía que me entregó los números (66, 67, 68 y 69 ¡vaya!) me dijo que podía volver a las 10.15, pero si perdía la tanda, debería volver a coger números otro día. Total que me fui corriendo a casa, saqué a mis hijos de la cama y literalmente los arrastré hasta la extinta inspección de guardia para hacernos con el deseado documento.
Una vez en el vestíbulo de la comisaría, decorado al rancio estilo de Cuéntame, el goteo de carnets y pasaportes era suave pero constante, hasta que dieron las 11 de la mañana. A partir de ese instante el tiempo se detuvo. Entramos en lo podría llamarse la dimensión desconocida.
A mí ya me pareció sospechoso que durante una hora no nos llamaran a nadie. Todo se atascó en el 48. Ya podría haber sido en el 69 (porque era mi número, malpensados)... Pero al cabo de ese larga hora de quietud vi como por la puerta de atrás iban regresando las funcionarias bolso en ristre. No venían del lavabo, todas juntas, no. ¡Habían ido a desayunar! Faltaría más.
En el ansiado mostrador
Fue a las 13.20 horas cuando gritaron (es un decir) nuestros números. Ya en le mostrador, cuando la satisfacción del objetivo logrado rezumaba por todos los costados, comienza el cuestionario. Me piden certificado de empadronamiento, DNI, libro de familia, fotos, copia literal del Registro... ¡Lo llevaba todo!. La funcionaria pareció contrariada por mi eficacia, pero yo me las sé todas.
Entre otros trámites me hicieron firmar una autorización para que mis hijos tuvieran pasaporte en la que me preguntaban mi profesión y el estado civil (creía que estaba prohibido pedir esos datos). Luego comprobé, al poner la fecha, que el documento era de 199_. Y lo entendí todo. No modernizan ni los impresos.
El documentado precoz
Luego metieron las fotos y los papeles en una máquina, comprobaron absolutamente todo, me advirtieron de que si había algún error y no lo veía en ese momento, la responsabilidad sería mía ¡encima! hasta que, a las 14.15 horas (seis horas después de mi llegada), mis hijos y yo salimos sonrientes (es otro decir) de la comisaría con los pasaportes en el bolsillo.
En el mostrador vimos a un matrimonio jovencísimo que quería hacer el carnet a su niña ¡¡de un mes !!. Casi la ponen perdida al untar el mini dedo en tinta. Yo creo que los padres pretendían ahorrar a la pequeña el trámite de hacerse el documento de mayor.
Vamos, como cuando a las niñas les hacen el agujerito en las orejas nada más nacer. "¡Así de mayor no le dolerá!". Y la recién nacida, como no puede hablar, se limita a llorar y a intentar olvidar.