16 mayo 2007

EL ATROPELLADO Y LOS DOS SAMARITANOS


Me pasó en Tarragona. Normalmente, siempre llevaba en el bolso mi cámara Konica Pop, de color rojo brillante (nada discreta para mi trabajo). Y aquel día, cuando vi a un hombre tirado sobre el asfalto de la Rambla Nova no me lo pensé dos veces.

Primero acudí a ver si podía ayudar al herido, pero ya había dos personas, un hombre y una mujer, atendiendo al peatón atropellado. Y un buen número de curiosos arremolinados en la arteria principal de la pequeña ciudad.

Suceso poco frecuente

Así que opté por tomar unas cuantas fotografías. Trabajaba en el Diari de Tarragona y aquellas fotos podían llenar un buen espacio en las páginas de Local. No todos los días atropellan a alguien en una ciudad de 90.000 habitantes, en nada comparable a otras fagocitadoras de peatones y motoristas como Barcelona, Madrid, Sevilla, Valencia o Bilbao.

Llegué a la redacción con mi foto bajo el brazo. Bueno en realidad en la cámara, dentro de un rollo de negativo (entonces no existían las digitales), y la entregué a los compañeros del laboratorio para que la revelaran.

No había muerto

Salió en la sección de Sucesos. "Atropello en la Rambla", decía el titular. Era una noticia a pie de página. Una más, en un diario saturado de novedades. El atropellado no había muerto y eso, mal que nos pese, marca la diferencia en la extensión de la noticia.

Al día siguiente, cuando yo ya estaba metido en nuevas historias, me avisaron de que tenía una visita en la entrada de la redacción. Allí me encontré con una pareja indignada. Me dijeron que estaban dispuestos a denunciarme por la foto del atropello.

"¿Son familia del herido?", les pregunté. "No. Somos los que estamos ayudándole", contestaron. Y yo repliqué: "¿?" (estos signos significan la mueca perpleja de mi cara).

En el lugar equivocado

Y entonces, los dos comenzaron a explicarme que eran amigos, buenos amigos, muy buenos amigos... tanto que no podían salir juntos en una foto, porque ni uno ni otro debían estar allí en ese momento y muchos menos juntos. Aunque fuera realizando una buena acción.

Yo me excusé, aunque no sé muy bien porqué, pero les dije que ya no se podía hacer nada. No sabía que los dos estaban casados (cada uno con su respectiva pareja) y ellos estaban en la vía pública, en el epicentro de una noticia.

No volví a saber más de los dos infieles. Una pena. ¿Se rompió una de las parejas? ¿Las dos? ¿O tal vez las tres? ¿Tenían derecho a denunciarme?

Si os apetece, escribidme vuestra opinión, aunque os adelanto que tengo la conciencia tranquila.

6 comentarios:

Ana dijo...

Ayer, precisamente, ví una película que venía a explicar que las casualidades no existen.

Quizá esa casualidad adelantó algún acontecimiento que al fin y al cabo tenía que suceder...

Muy kármico mi comentario eh?

Un beso.

Luciérnago dijo...

¿No sería la película 'Extrañas coincidencias'? Es buenísima. Un pelín rara, pero engancha. Te la recomiendo.

Anónimo dijo...

Pudieron haberte denunciado,porque creo que cualquiera puede denunciar pero....¿quien iba a imaginar que los dos samaritanos eran infieles? Tú estabas trabajando.....ellos debieron ser más cuidadosos sino querían ser descubiertos...

Luciérnago dijo...

La verdad es que su denuncia no habría prosperado. De todas formas, quien juega con fuego un día u otro se quema. A veces me da pena no saber qué ocurre con el final de estas historias. Qué fue de aquella pareja... A lo mejor aquella foto los unió para siempre. Gracias por tu comentario.

Anónimo dijo...

Hola Luciernago
Claro,pudieron haberte denunciado pero tambien creo que la denuncia no hubiera prosperado aunque a veces suceden cosas ¡increíbles!
Hablando de finales de historias....estuve leyendo "Desventajas de ser feo",del mes de Febrero.Dejé un comentario mas bien una pregunta,soy curiosa....¿qué averiguaste en aquella ocasión? Si no es mucha molestia ¿podrías contarlo?
Gracias,muchos saludos.

Luciérnago dijo...

Pues poca cosa. Hablé con varios de los candidatos y eran gente sin complejos, concientes de que no eran los más bellos, pero con mucha autoestima. Les hizo gracia el anuncio y también que yo acudiera a entrevistarles. Mi anécdota (confundirme con un feo) me dio mucho juego. Como tampoco tengo complejos, se lo conté a todo el mundo en la redacción y todavía se ríen ja ja ja