05 febrero 2007

A PUNTA DE PISTOLA

Una única vez en mi vida me han apuntado con una pistola. Bueno, en realidad fueron tres pistolas a la vez. Me acababan de avisar de que habían asesinado a tiros a dos hermanos holandeses en una casa de Vilanova d'Escornalbou (Tarragona). Al parecer, el doble homicidio estaba relacionado con un asunto de tráfico de drogas. Pero tenía que ir a husmear para sacar mis propias conclusiones. Le propuse a mi mujer que me acompañara y nos plantamos los dos en la casa tras serpentear varias carreteras a bordo de nuestra inseparable Impala 2.

Cuando llegamos, la casa, una torre unifamiliar a los cuatro vientos, tenía en la entrada una cita con el lema No Pasar. Guardia Civil. Como no había ni un alma, pensamos que si pasábamos la cinta no nos podía ocurrir nada. Los muertos ya estaban muertos y allí sólo estaba el escenario frío del crimen y dos fisgones con ganas de descubrir cosas.

Una vez en el jardín, nos llamó la atención un montón de papelitos esparcidos por el suelo. Cogimos los trozos, no más grandes que una uña, y nos dispusimos a montar el rompecabezas. Casi nos da un vuelco el corazón al comprobar que en el reconstituido papel aparecían tres nombres y apellidos holandeses. ¿Víctimas? ¿Asesinos? ¿Víctimas y asesino?
Justo cuando a estábamos intentando resolver el enigma, a apenas dos metros de la puerta principal de la casa, oímos el chirriar de unos neumáticos y los gritos: "Cabrones ¿Qué hacéis ahí? ¡Quietos!".

¿Quietos? Ni pestañear podíamos cuando vimos aparecer de entre las plantas y de tres sitios distintos a otros tantos hombres armados con pistolas que nos apuntaban con cara de odio. "Coño, pero si eres tú". Perplejidad. Alivio. Todo en uno. Era el sargento antidrogas de la Guardia Civil, al que todos conocían como El Cura, acompañado de El Chino y otro de sus subordinados. Habíamos profanado la escena del crimen y, ahora, estaban dispuestos a darnos una lección gratuita de criminología.

Tras la consabida regañina, nos hicieron entrar en la casa, donde nos enseñaron algunos restos orgánicos evidentes que habían dejado dos personas acribilladas a tiros. Los guardias civiles bromeaban. Nosotros mirábamos hacia otro lado. Por suerte, la casa ya había sido examinada con detalle y no alteramos ninguna nueva prueba. Por una vez me alegré de tener contactos al lado de la ley y de que me reconocieran. Aunque nunca les mostré los trocitos de papel que escondía en mi bolsillo.

Desde entonces, hace ya 20 años, me miro las cintas plásticas que rodean la mayoría de asesinatos con otros ojos, menos ingenuos, más desconfiados y mucho más cautos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

yo conocí al¨"supuesto" asesesino de estos dos holandeses, pero por un error judicial, está libre como un pajarito, ó no, según se mire.

Anónimo dijo...

Hoy 06/06/2016 se ha archivado el caso porque ha prescrito...